Si te vas a casar por la iglesia y quieres cumplir con todas las tradiciones de la ceremonia religiosa tendrás que tener en cuenta la antigua tradición de las arras que simbolizan la parte material del matrimonio.
Antiguamente las arras eran consideradas una garantía del matrimonio porqué sí se faltaba a la promesa de fidelidad se perdían.
Las arras son un conjunto de trece monedas de oro, plata o cualquier otro metal, todas del mismo tamaño se entregan durante la ceremonia después del intercambio de anillos. Representan los doce mese del año y una más se entregaba como acto de generosidad que debía tener el matrimonio con los más necesitados.
Generalmente los encargados de llevarlas eran los niños pequeños de la familia, normalmente uno o dos, llamados niños de arras, en su defecto serán los padrinos los que se las entreguen al sacerdote.
La tradición dice que las monedas sean antiguas y pasen de generación en generación, solían ser regaladas por la madrina, son un regalo de buena voluntad y deseo de abundancia y estabilidad económica para la pareja.
En el caso de que no os las regalen, en las joyerías se venden monedas grabadas con motivos religiosos como alianzas, ángeles, palomas o reproducciones de monedas antiguas.
Es uno de los complementos más olvidados por los contrayentes y no se conoce mucho sobre ellas aunque cada vez son más parejas las que las incluyen en su celebración, incluidas las ceremonias civiles
Después del intercambio de anillos, el sacerdote bendice las arras diciendo: “Señor bendice estas arras que se entregan, y derrama sobre ellos la abundancia de tus bienes”
El novio toma las arras y se las entrega a su esposa diciendo: “Recibe estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes que vamos a compartir” ella las recoge con las dos manos y se las vuelve a pasar a él diciendo las mismas palabras.
Estas palabras ponen fin al momento de las arras entre los novios una de las tradiciones junto con la del intercambio de anillos más emotivas de la ceremonia religiosa.
Hasta el próximo post.
Raquel Marugán
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